Aceites para masaje capilar
En diversas ocasiones os he recomendado realizar masajes capilares y es que sus beneficios son realmente sorprendentes.
Por un lado, obtenemos los beneficios del propio masaje: activa la circulación sanguínea del cuero cabelludo y se lleva una gran cantidad de nutrientes a la zona, en este caso, al bulbo piloso. Con este aporte de oxígeno y nutrientes, se fortalece el cuero cabelludo y se consigue un mayor crecimiento del cabello (además de aumentar su densidad y fortaleza).
Por el otro lado, si usamos un aceite, obtendremos grandes beneficios del mismo. Al usar un aceite para realizar el masaje, aportamos oleosidad a la piel, algo que a priori puede asustarnos, ya que asociamos oleosidad a piel grasa. Sin embargo, nuestra piel necesita dicha presencia oleosa, de lo contrario, perdería hidratación y se resecaría.
Pero, puesto que no queremos ensuciar el cabello al realizar el masaje, usaremos solo unas gotitas, lo suficiente para mojar los dedos.
Existen diferentes tipos de aceites naturales que podemos usar en cosmética, pero yo siempre recomiendo tres. Estos tres aceites no nos aportarán mucha grasa al cabello y, si los usamos adecuadamente, no deben ensuciarlo.
Se trata de los Aceites de Argán, Jojoba y Almendras dulces.
Aceites que, por sí solos, ya van a cumplir perfectamente su función, pero, en este caso, vamos a potenciarlos realizando una maceración.
¿En qué consiste la maceración?
La maceración es un proceso por el cual extraemos las propiedades de una planta o flor en un aceite portador.
Este proceso se realiza durante 40 días aproximadamente, en los que, poco a poco, el aceite va absorbiendo todas las propiedades de la planta.
Para realizarla, vamos a necesitar un recipiente de cristal, con tapa. Antes de usarlo debemos lavarlo bien y desinfectarlo (podemos usar agua jabonosa). Una vez hecho, rociaremos con alcohol de 96º.
Este proceso lo hacemos para desinfectar y evitar que proliferen los microorganismos en nuestra preparación, alargando así la vida útil del producto.
Respecto a los ingredientes, comenzamos con el principal, un aceite vegetal, virgen y de primera presión en frío. En este caso, yo suelo elegir el Aceite de Almendras Dulces.
También necesitaremos una planta o flor a la que queramos extraer sus propiedades, a mí me gustan especialmente el Romero o el Tomillo, pero puedes elegir la que más se adapte a tus necesidades.
Comenzamos con la preparación
- En el recipiente ya limpio y desinfectado, introducimos la planta o flor. Puede ser tanto en rama como triturada. Si es en rama, asegúrate de que está limpia y seca, de lo contrario podría estropear la preparación.
- Agrega la cantidad deseada, si es en polvo, yo añado suficiente como para llegar hasta la mitad del recipiente, si es en rama, suelo echar un poco más. Después, vierte el aceite al recipiente hasta llenarlo.
- Una vez hecho, cierra el envase y agita para que se mezclen ambas partes, asegurándote de que la planta queda bien empapada en aceite.
- Ahora, es momento de dejar que se complete el macerado. Guardaremos el recipiente en un lugar oscuro y seco, como un armario de la cocina, por ejemplo. No recomiendo guardarlo en el baño, pues es una sala demasiado húmeda para el proceso. Dejaremos la maceración en reposo durante 40 días, agitando el recipiente de vez en cuando para que se mezclen bien ambas partes.
- Una vez pasados los 40 días llega el momento de filtrar. Necesitarás un colador fino, sobre todo si has usado la planta en polvo, en este caso la mejor opción es un colador de tela. Una vez separado el aceite ya puedes guardarlo en un recipiente limpio.
¿Que no quieres esperar 40 días?
No es la mejor manera de hacerlo, pero si no quieres esperar esos 40 días de maceración, hay un proceso que acelera a una tarde el tiempo de maceración, y para ello necesitarás un lavavajillas. Si, has leído bien.
Si tienes un lavavajillas asegúrate de cerrar bien el recipiente, ahora colócalo en la cesta superior, donde usualmente sitúas los vasos.
Activa el programa con mayor temperatura. Puesto que es un programa más largo, que conlleva mayor gasto energético, te recomiendo que lo hagas el día que tengas que poner más cubiertos, así no tienes que usar ese programa a propósito para la preparación.
Personalmente te recomiendo que uses el sistema tradicional, pero si te coge en un apuro, el lavavajillas es una alternativa rápida.
Si has tomado unas medidas de higiene adecuadas, ¡el aceite te durará muchos meses!
Aun así, es mejor hacer preparaciones más pequeñas. Siempre es preferible hacer menor cantidad y repetir más a menudo, que hacer una cantidad mayor y que se eche a perder por no usarla.
Y bien, ¿te animas a probarlo? Yo siempre tengo en casa algún aceite macerado, lo uso tanto para el cuero cabelludo como para la melena, el cuerpo y demás preparaciones cosméticas que necesiten una fase oleosa.
¿Tienes alguna duda? ¡Déjanosla en los comentarios!
Hacer cosmética natural y casera tiene muchas ventajas: obtener un producto adaptado a ti y a las necesidades de tu piel y cabello, eliminar tóxicos de cosméticos tradicionales e ingredientes innecesarios, conocer cada ingrediente de la fórmula, reducir plásticos y, además, disfrutar de un buen rato potingueando.
Sin embargo, es importante seguir ciertos pasos para que el proceso de elaboración sea seguro y no te cause reacción alérgica o irrite tu piel:
- Desinfecta los utensilios, envase y mesa de trabajo antes de empezar. ¡Se tarda sólo 1 minuto!
- Utiliza guantes, mascarilla y gafas en aquellas elaboraciones que lo requieran.
- Haz una medición de pH de la elaboración final para asegurarte de que está en el rango correcto. Puedes corregirla fácilmente. Sube el pH utilizando un álcali como el bicarbonato. Bájalo con una solución ácida. Por ejemplo unas gotas de ácido láctico o ácido cítrico.
- Hay que probar la elaboración siempre en una zona reducida de la piel para comprobar que no hay ninguna reacción adversa.
- Utiliza los ingredientes en su dosis correcta. La indicamos en todas las páginas de producto. Si tienes dudas sobre alguno, pregúntanos! ♥ No nos hacemos responsables del mal uso de los productos y de la incorrecta dosificación de los mismos en las elaboraciones.